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Testimonio de Oscar Larramendi

De la Escuela de la Vision

Testimonio de Oscar Larramendi – Uruguay

Buenas tardes,

Me llamo Oscar Larramendi y soy de Uruguay.

Quiero compartir de forma breve mi experiencia con Jesús, y especialmente lo que vivo hoy en una relación íntima con el Señor.

Hace algunos años, era una persona incrédula, cerrada a lo espiritual, y mucho más a lo sobrenatural. Mi formación como contador público, entre otras actividades, me llevaba a pensar y sentir de forma racional, buscando siempre una explicación lógica para todo.

Mi padre, ya con 90 años, sufría una condición motriz (estenosis lumbar) y no podía caminar por sus propios medios desde los 80 años. Un día, un hombre común llegó a su casa y oró por él. Y entonces sucedió el milagro: se levantó y comenzó a caminar solo, sin ayuda de nada ni de nadie. Aquello no tenía explicación lógica. Era claramente algo sobrenatural. Siguió caminando durante los cinco años restantes de su vida.

Desde ese momento, mi vida cambió. Descubrí que lo espiritual y lo sobrenatural existen, y que Jesús sigue haciendo milagros hoy. Comprendí que lo que está escrito en Marcos 16:17-18 es completamente real. Solo es necesario atreverse, como lo hizo aquel hombre con mi padre, a dar una orden en el nombre de Jesús, y Jesús, por medio del Espíritu Santo, actúa igual que hace más de 2000 años.

Comencé a tener una relación más profunda con Jesús, a obedecer lo que Él me decía, y a medida que lo hacía, fui testigo de muchos milagros, sanidades y liberaciones. Podría contarles cientos de ellos —quizás miles—, muchos de los cuales sucedieron en lugares donde nunca más volví y no tengo contacto con quienes fueron tocados. Pero eso es lo hermoso: no fui yo quien hizo nada, fue Jesús quien lo hizo, simplemente porque estuve dispuesto a obedecer.

La gloria es y debe ser de Jesús.

Yo no tengo nada especial que tú no puedas tener. No hice nada para merecer lo que Jesús, por gracia, me ha concedido.

Una experiencia que hasta hoy me impacta ocurrió el año pasado en México, durante un evento de FIHNEC. Después de compartir un mensaje, cerca de 250 personas enfermas buscaban su milagro. Era imposible orar por todas, así que invité a otros hermanos a unirse en oración. Alrededor de 20 personas se animaron a servir, y Jesús comenzó a obrar a través de ellos. Muchos fueron sanados y liberados simultáneamente.

La experiencia más conmovedora fue la de una madre que llegó con su hija, una mujer sordomuda de nacimiento. Cuando me explicó su condición, dudé. Pensé: "ya debe haber intentado todo". Y sentí que Jesús me preguntaba: “¿No confías en mí?”.

Le pregunté a la hija si creía que Jesús podía sanarla, pero su respuesta, con gestos, fue muy dudosa. Su madre, en cambio, respondió con firmeza: “Para eso la traje”. Entonces escuché claramente al Señor decirme: “Pregúntale si quiere oír o hablar”. Lo hice, y nuevamente vi dudas en ella, pero su madre respondió:

:

“Quiero oír la voz de mi hija por primera vez.”

Con esa fe, oré, y en el nombre de Jesús ordené que sus cuerdas vocales fueran sanadas.

¿Y saben qué sucedió?

Ella dijo: “¡Mamá, te amo!”

Su madre cayó en llanto. Fui testigo privilegiado no solo de una sanidad, sino de una transformación familiar. Estoy seguro de que Jesús fue, y sigue siendo, glorificado a través de ese milagro.

Podría contarles cientos de testimonios: ciegos que ven, sordos que oyen, personas que no caminaban y hoy caminan, cientos de liberaciones. Pero lo más importante no es el milagro.

Lo verdaderamente importante es que esas personas hoy dicen: “Jesús es real, está vivo, y sigue haciendo las mismas obras que están escritas en la Biblia.”

Gracias. Dios los bendiga. Y permitan que Jesús los use.

Let Jesus use you.

Oracion

Si al leer esto has sentido algo en tu corazón, te invito a hacer esta sencilla pero poderosa oración:

“Señor Jesús, reconozco que he vivido lejos de ti. Hoy te pido perdón por mis pecados. Te acepto como mi Señor y Salvador. Creo que moriste por mí y resucitaste. Lléname con tu Espíritu Santo y ayúdame a vivir para ti. Desde hoy, mi vida es tuya. Amén.”

John Carrette 30 de abril de 2025
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